Cuando ya nos habíamos comido todo el almuerzo, nos acercamos a unos escalones de piedra musgosos que conducían a un interior oscuro (de la cueva de Alcorón).
Mi padre y yo entramos en la cueva, nos encontramos un descansillo que solo un poco de luz podía iluminar. Mamá se quedó fuera porque es un poco friolera.
Empezamos a bajar los 207 escalones de piedra. Las paredes estaban musgosas y húmedas; a medida que bajábamos el agua susurraba un leve chapoteo.
Hicimos unas cuantas fotos y como había poca luz, nos iluminamos con el flash de la cámara.
Luego subimos los 207 escalones, ¡uf! menuda subida ` : - p
Y continuamos nuestro viaje.
Espero que no haya sido muy largo y os haya gustado. ¡Hasta la próxima!
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